miércoles, 30 de junio de 2010

ME VOY PORQUE NO SOY CAPAZ DE ODIARTE

 ME VOY PORQUE NO SOY CAPAZ DE ODIARTE

Por: Bosco Catari Yujra


Una figura solitaria camina por la rivera del río, hace bastante frió, la noche arrecia sobre aquel paraje abandonado, un viento helado sopla de norte a sur. Distante, se oye una campana que anuncia las once de la noche.


Se mueve lentamente, parece no tener apuro, camina con la tristeza de cómo quien no tiene a donde ir, cabizbajo como el soldado que regresa de la guerra sabiendo que perdió a sus mejores amigos, y en casa no hay nadie esperándolo.

Se acerca a la orilla del río, se sienta en una roca y observa el golpear del agua contra las rocas, arroja algunas piedritas a las espumas que se formaron cerca de donde estaba, uno metros mas adelante unas aves extrañas se acicalan las alas. De pronto el chillido horrendo de una ave extraña que pasó volando sobre su cabeza lo saca de sus pensamientos, los lugareños dicen que aquel sonido es el presagio de algo triste.


Calmado del susto, se puso a leer un libro viejo que llevaba consigo. Con la mirada perdida en la corriente revisa las hojas del texto, unas lágrimas brotan en la soledad de aquel paraje. Es un hombre apesadumbrado, lleva un abrigo largo y gafas oscuras que no terminan de ocultar esos ojos grandes y profundos. Tan abatido estaba, que se quedo dormido sumido en sus propias cavilaciones. Una nube negra ensombreció la luna.


En la oscuridad de la noche una figura empezó a formarse en las olas, tenia la apariencia de una hermosa mujer, posiblemente aquella princesa lejana a la que el hombre invocaba su regreso. Ataviada de un manto blanco, emergió altiva, era hermosa sin duda; se acerco al hombre, acaricio sus cabellos rizados, lo abrazo como quien abraza a un herido de muerte.


A la mañana siguiente el pequeño poblado amaneció en medio de una congoja generalizada, consternación por la muerte de aquel hombre triste, que se quedo dormido y se ahogo en el río.


Algunos dicen que aquella mujer que salió de las olas se lo llevó. Cuentan en el pueblo que aquel hombre jamás se recupero del dolor de un desengaño, la traición de una mujer que un día se fue y nunca mas volvió.

Al atardecer de aquel día, encontraron en el lugar un barquito de papel que curiosamente flotaba en el mismo sitio que se supone se había ahogado el hombre. Daba vueltas pero sin alejarse, al desdoblar la hoja se encontró la siguiente leyenda:


Me voy, porque no soporto este dolor que me consume y me envilece.

Me voy, por que no viviré para odiarte,

Me voy porque no soy capaz de odiarte


Me llevo tu sonrisa dulce y agradable,

Me llevo tu mirada, me llevo el recuerdo de aquel día que nos conocimos,

Me llevo los poemas y dibujos que ya no podré entregarte,

Me llevo también estas lágrimas que jamás te importaron.



Te dejo mi deseo de felicidad…

Mis ansias de abrazarte y decirte que ¡¡TE AMO!!



Adiós.

          Ave libre y solitaria


                                                                                                              *Bosco Catari Yujra

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