jueves, 24 de diciembre de 2020
domingo, 5 de julio de 2020
sábado, 18 de enero de 2020
NIÑOS TRABAJARES DE LA CIUDAD DE EL ALTO
CUANDO NO TIENES OTRA OPCION QUE TRABAJAR PARA SOBRESALIR
Cuando el deseo de sobrevivencia y superacion es más fuerte que el temor a lo que dirán.
El “aparapita” (trasteador) que
lleva tarimas de un lugar a otro, gente que arma puestos de venta. La señora de
las comidas que ultima el sazón, el lustra que llega para ayudar a la señora de
los batidos, gente que va y viene en pos de ultimar detalles de su negocio. Con
los primeros rayos del sol, la feria callejera más grande de Latinoamérica se
apresta a recibir a sus visitantes.
Enclavada sobre los 4.100 m.s.m.
la zona “16 de Julio” de la ciudad altiplánica de El Alto, cobija a la feria
callejera más grande de Latinoamérica. Escenario de múltiples transacciones, que pueden
ir desde lo más sencillo, como la compra
de un dulce, hasta la transacción de vehículos último modelo.
En ese ir y venir de los mercaderes y
consumidores, surgen las niñas y niños
trabajadores que buscan, no el sustento diario, sino el sustento semanal. Y es
que muchos menores aprovechan la feria dominical para generar recursos para
satisfacer sus requerimientos más apremiantes. Niñas y niños que deben ayudar a
sus padres o a terceros en el comercio, o en su caso trabajar por cuenta
propia, para lograr unos pocos ingresos.
NIÑOS DE LA CALLE EN LA CIUDAD DE EL ALTO
NIÑOS DE LA CALLE
El alcoholismo un problema sin
solución en la ciudad de El Alto.
El reloj marca las seis de la
mañana, el sol refleja sus primeros rayos sobre la ciudad de El Alto, aun se
siente un intenso frío. A medida que pasan los minutos se incrementa el
movimiento de personas y vehículos. Sin embargo, en inmediaciones de la
multifuncional, de la Ceja de El Alto, un grupo de personas apenas
cubiertos con cartones y algunos harapos duermen a la intemperie, son bebedores
consuetudinarios, la mayoría jóvenes, incluso algunos adolescentes; entre ellos
David (nombre ficticio) un muchacho de apenas 17 años que hace 5 años vive en
las calles. Después de la muerte de su madre se quedó con sus tíos. Una pérdida
de dinero fue la razón para que lo echaran a la calle. Quedó solo en el mundo,
en las calles encontró a otras personas con infortunios parecidos al suyo,
ahora ellos son su familia.
David (*), señala que la primera
noche que pasó en la calle fue la más difícil de todas, tenía mucho miedo, sin
un solo centavo en el bolsillo y con el estómago crujiéndole por el hambre. Caminaba sin rumbo, nunca antes había dormido en la calle, bueno, sí, aquella
vez que el dueño de casa los echó a la calle por no pagar los alquileres, pero
eso fue cuando tenía 4 años y él estaba con su mamá.
sábado, 4 de enero de 2020
VIOLENCIA POLITICA CONTRA LAS MUJERES
La obligaron a firmar un
documento por el cual debería pagar de manera mensual 2.000 Bs., a favor de su
suplente. Al no haberlo hecho, enfrenta un proceso judicial ejecutivo por
cobro de un crédito que nunca le concedieron.
Con la mirada
cabizbaja, y un profundo dolor que nace desde lo más profundo de su ser, Lidia,
cuenta la odisea que le toca vivir por haber desplazado de la titularidad a un
hombre.
Lidia Plata, es una mujer
valiente que a sus 45 años se atrevió a candidatear y ganar una concejalía en
el Municipio de Pucarani, Provincia Los Andes del departamento de La Paz. Un esposo
incomprensivo, e incluso la envidia de algunas concejales jóvenes, y la
persecución política de la que es víctima todos estos años han logrado mermar
la alegría de su rostro, mas no así su fuerza interior que la anima a seguir en
la batalla.
Su odisea comenzó cuando gano
las internas del partido político a la que pertenece, siendo elegida como
candidata a Concejala Titular por el municipio de Pucarani. Había recibido el
apoyo de varias organizaciones sociales, tales como Bartolina Sisa, las Centrales
y Sub centrales y sindicatos agrarios de su sector; a su vez el ahora concejal
suplente, también había recibido apoyo de las organizaciones de su sector; pero
debido a la alternancia en los cargos entre hombres y mujeres
(establecida por el articulo 210 de la CPE) Lidia, fue elegida como candidata
titular logrando ganar una concejalía en las pasadas elecciones sub-nacionales
del pasado 29 de marzo de 2015.
Desde un inicio Juan C. (su
suplente), le pidió que declinara la candidatura a su favor, ante la negativa
de Lidia, comenzó
a ejercer actos de intimidación y chantajes de diversa naturaleza. Es más, con
la complicidad de algunos allegados días antes de las elecciones pretendió
hacerla borrar de las listas de candidatos ante el OEP para en su lugar inscribir
a una partidaria suya con quien había pactado el relevo.
Al no lograr su propósito, Juan
C., con el apoyo de algunos malos dirigentes sindicales, el pasado 15 de mayo
de 2015, en inmediaciones de la Ceja de El Alto, cuando Lidia, se disponía a
retornar a su comunidad luego de haber recibido la credencial en dependencias
del Órgano Electoral Plurinacional, fue obligada a firmar un documento privado
por el cual se hacía figurar como si el suplente le hubiera otorgado un
préstamo de Bs., 120.000, teniendo que pagar 2.000 Bs., cada mes, (el 50 % de
su sueldo). Inmediatamente ese documento fraudulento fue elevado ante
notario de fe pública para su reconocimiento de firmas.
Lidia, debería
entregar mensualmente 2.000 Bs., de su sueldo de Concejal a favor de su
suplente, “si no firmas este documento tus hijos pueden
prepararse para llorar a su mamá…” fueron las palabras
del agresor para lograr que la mujer accediera a su pedido. Fueron
días de angustia e impotencia, durante varios meses Lidia, calló lo ocurrido,
tenía vergüenza y temor de contar que su agresor la había apretado fuertemente
de sus pechos y la había amenazado con atentar contra la vida de sus parientes,
para obligarla a firmar ese documento. Pero ahora que su suplente, le inicio un
proceso ejecutivo pretendiendo cobrar los supuestos Bs. 120.000 que
supuestamente le había prestado, tiene que sacar fuerzas de flaqueza para
enfrentar el proceso judicial.
Desde hace dos años, Lidia,
atraviesa una penosa travesía en procura de alcanzar justicia. Denuncio el
hecho ante el Ministerio Publico por los delitos de Acoso Político Contra
Mujeres y Violencia Política Contra Mujeres contemplados en los artículos
148 Bis. y artículo 148 ter., del Código Penal boliviano; pero ahí tropezó con
otro gran problema, la burocracia y la corrupción del sistema judicial, aunque
no pierde la esperanza de que las autoridades judiciales actúen con ética y en
sujeción a la legalidad. Aunque, ahora recibe el apoyo de su familia, siente
temor por lo que podría ocurrir más adelante, pues recibió amenazas del
agresor.
“A veces me arrepiento de haber
nacido mujer, tal vez si fuera hombre me tratarían mejor” “creen por ser mujer
y campesina que no puedo hacerlo bien” dice con melancolía. Refiere
que solo curso un par de años en la escuela y por eso incluso algunos de sus
propios compañeros de partido creyeron que no era capaz de ocupar la
vicepresidencia del Concejo, pero con esfuerzo demostró lo contrario.
El dolor la hizo
más fuerte, levanta la mirada y agrega, que no se rendirá, “Hace
rato hubiera renunciado, pero veo a otras mujeres campesinas como yo, que se
aguantan los abusos del marido, de los hermanos, incluso de los propios padres
que hacen diferencia entre hijos e hijas… eso debe cambiar» agrega.
Lidia, cuenta que
por ejemplo, en materia de distribución de la tierra, los hijos varones
poseen mayor cantidad de tierras y la hija debe conformarse con el pedazo que
le conceden de manera simbólica, porque dicen que la mujer ira a la casa del
marido y esa práctica es muy común en las comunidades, la mujeres que osen en
reclamar pueden llegar a ser aborrecidas por la familia y la propia
comunidad, “no quiero que eso continúe, también tenemos
derecho a ser tratadas por igual y ocupar cargos importantes, quizás no
sea profesional, pero al menos trabajo con honestidad” agrega.
Esta es una de las tantas
historias de mujeres que desafiaron el sistema y son víctimas del machismo y la
intolerancia que continua vigente en muchos municipios rurales de Bolivia.
A pesar de la existencia de diversas normas que sancionan este tipo de
conductas, sigue la errónea creencia de que el hombre debería ocupar cargos
jerárquicos. Lamentablemente, en las
comunidades rurales y en parte de la población boliviana, continua latente el
machismo obcecado. Un tema pendiente sobre el
cual se debe seguir trabajando.
Indudablemente,
no se puede generalizar, y decir que todos los hombres del municipio de Los
Andes, son machistas, no, de ninguna manera, son unos cuantos que no terminan
de entender que es mejor avanzar juntos, que ninguno es superior o inferior por
el simple hecho de ser hombre o mujer.
por. Bosco Catari
DAÑO COLATERAL 3ra Parte
DAÑO COLATERAL
EL REENCUENTRO…
Cae la noche sobre la ciudad, lo que aparentaba un plácido atardecer se
convirtió en una tarde lluviosa, y la lluvia se transformó en tormenta. Con
semejante panorama Diego, no tenía otro deseo que llegar cuanto antes a casa,
pero el viento, la lluvia torrencial, dificultaba el caminar, más aún cuando en
sus espaldas cargaba la guitarra. Apresuró los pasos, pero de nada sirvió,
porque no había servicio de transporte, esperó aproximadamente una hora para
abordar el bus; su osado conductor había desafiado la tormenta para salir a
prestar sus servicios.
El
“Trueno” un viejo Dodge, atravesó la carretera a toda velocidad,
Diego, con la mirada extraviada, recordaba la presentación con el grupo que no
fue como había imaginado, la trivialidad y la hipocresía de la gente lo tenía
desanimado. El bus, llegó a lo que antes fuera la tranca de peaje, todavía caía
una intensa lluvia, el chofer abrió la puerta y rápidamente varias personas
subieron, acomodándose en los asientos, sin embargo, nadie se atrevió a
sentarse junto a Diego, cosa que no era novedad, porque la gente siempre le
teme a lo desconocido.
El chofer re-emprendió la marcha,
cuando de repente entre la niebla aparecieron tres figuras haciendo señas para
que el bus se detuviera. Eran dos varones y una mujer, el chofer paró, no sin
antes tocar la bocina de manera estrepitosa como muestra de su fastidio.
Diego,
no se percató de su aspecto cuando ella se sentó a su lado, uno de los hombres
con el que iba, con fuerte aliento alcohólico, trató de arrastrarla al fondo,
más ella le lanzó una mirada furibunda quedándose al lado de Diego.
Tenía la mirada extraviada en el horizonte, el panorama blanquecino que a esa
hora empezaba a mostrar la ciudad extasiaba incluso al más parco de los que
viajaban en el bus. La lluvia se había transformado en nevada.
Un leve quejido semejante al lamento
del corazón llamó la atención de Diego, notó que la mujer que estaba a su lado
se limpiaba la mejilla. Diego, pensó – “son gotas de la lluvia que mojó su
cabeza”. Se equivocó, la mujer estaba llorando. Al mirarla su asombro fue tan
grande que tuvo que sostenerme del asiento para no caer. Era ella ¡Daniela!… no
lo podía creer, ¿De qué se trata esto? – Dijo para sí, “alguna ironía del
destino” agregó.
Allí estaba, sentada a su lado,
Daniela, la mujer a la que había amado tanto, aquella que por algún capricho de
la vida no había logrado borrar de su mente a pesar del tiempo transcurrido.
Estaba tan cerca que podía escuchar su respiración. Intento decir algo, mas no
pudo, y solo la contemplo como un inanimado.
El rostro húmedo por el cual rodaban
algunas lágrimas junto con el agua que escurría de su cabeza, le daban un
aspecto triste. Se miraron y el tiempo pareció detenerse, a la mente de Diego,
volvieron como en una película los recuerdos de aquella relación… la sonrisa
cómplice con la que solía celebrar las bromas, las ocurrencias, la habilidad
para cantar y jugar al fútbol.
Recordó aquella vez que Daniela,
lloró recordando su infancia, él había intentado abrazarla, mas ella pidió
respetar su dolor, entonces el joven solo atino a dar vueltas a su alrededor
como un león enjaulado sin poder hacer nada, ante el cachorro que se encontraba
atrapado en un pozo profundo. Retorno a su mente, aquella tarde gris en la que
por última vez caminaron rumbo a la terminal. La triste separación de dos almas
que vencidas por el orgullo que no habían aprendido a pedir perdón.
La mirada triste de Daniela, parecía
pedir a gritos que la abrazara. Estuvo a punto de hacerlo, decirle lo mucho que
aun la amaba, que sería capaz de ofrendar su vida si fuera necesario con tal de
verla feliz, que no permitiría jamás que nadie la lastimara, iba a pronunciar
aquello, cuando el “Trueno” se detuvo bruscamente, el movimiento los devolvió a
la dura realidad, ella bajó la mirada. Habían sido simplemente un par de
segundos los que se miraron, pero para Diego parecieron una eternidad.
Minutos
después, cruzaron nuevamente las miradas, no sé si pensaron lo mismo, pero la
mirada angustiada de la mujer daba a entender que no podían permitir que el
orgullo les robara otra vez la felicidad. ¿Y si escapamos de aquel bus? Estaban
cerca de la puerta, no sería difícil desaparecer en la oscuridad, aquellos
hombres embobados por el alcohol tardarían en darse cuenta – parecían decirse
al unisonó ambos.
La palabra cordura surgió de improviso, pero quién era esta señora para
entrometerse ahora, ¡¡ahora no!! Parecía repetir Diego en su mente. Sin
embargo, se escuchó diciendo a sí mismo –ya no eres un adolescente,
¡compórtate! Pero ¿Por qué lloraba ella?, ¿Quiénes eran aquellos hombres?
¿Acaso alguno de ellos era su esposo? Luego, como despertando de un letargo
profundo, bajo la cabeza y fijo la mirada en el horizonte.
Al llegar a la Ceja, unos de los
hombres que había subido con la mujer se acercó al chofer para anunciar, “Nos
quedamos en la esquina”, Daniela, no dijo nada, como autómata se puso de pie y
caminó rumbo a la puerta, solo al bajar volteo la mirada, como diciendo, “por favor
Diego, ayúdame”. Los hombres que iban con ella se negaron a pagar el servicio
de transporte y el chofer tuvo un altercado con ellos, como no logró que le
pagaran el pasaje les lanzó un par insultos y maldiciones y re-emprendió la
marcha.
Diego, miró por la ventana, solo
hasta entonces advirtió que Daniela, llevaba una falda corta y una blusa
delgada que apenas alcanzaba a cubrir su espalda.Súbitamente, se levantó del
asiento y ordenó al chofer ¡detenga el bus!, el hombre del volante lo miró
extrañado por un momento, luego con aparente fastidio detuvo a “Trueno” abrió
la puerta y Diego bajo corriendo…
Continuará…
* Bus antiguo que aun presta
servicios en algunas villas de la ciudad de El Alto.
Bosco Catari Yujra
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